Esta vez en este apasionante apartado de vivencias personales de pilotos y copilotos contamos con la cronica vivida desde dentro de Julian Jimenez piloto que disputo el pasado "I Rallye Badajoz-Olivenza" del extremeño de tierra, debutante en esta especialidad nos relata con pelo y señales su experiencia vivida, no tiene desperdicio.
Por Julian Jimenez piloto debutantes en el "I Rallye Badajoz-Olivenza" del Cpto. extremeño de tierra.
Por Julian Jimenez piloto debutantes en el "I Rallye Badajoz-Olivenza" del Cpto. extremeño de tierra.
Un sueño, mi sueño.
Parece mentira lo que es la vida. Llevo desde que era un renacuajo queriendo saber qué se siente desde el asiento del piloto en un rallye. Cuando era pequeño, en lugar de ver películas animadas veía videos de rallyes una y otra vez, y jamás me cansaba, es algo que me ha gustado siempre, y eso que mi padre siempre intentó quitármelo de la cabeza, pero creo que es algo innato, es pasión. He soñado miles de veces cuando era chico asistir a una carrera en la que mi padre compitiese, y gracias a Dios se cumplió. El que se cumpliera este sueño hizo que se formara otro; poder sentir desde dentro lo que eran los rallyes, pero claro, eso ya eran palabras mayores en mi casa…Montarme en el coche de carreras para probarlo, lavarlo o simplemente parado en la nave, ya era para mí una ilusión. Desde el año 2000, cuando mi padre volvió a la competición he intentado estar siempre presente no sólo en los días de competición, sino en los preparativos, (entrenamientos, verificaciones, haciendo dossiers, inscripciones, buscando patrocinadores, decorando los coches…) en todos los sitios he querido estar siempre, para aprender y para no perderme ni un solo momento de todo esto, que es mucho más que la carrera en sí. A día de hoy creo que puedo decir que tengo una ligera idea del mundo del motor, y la verdad es que este deporte es muy complejo, no deja de sorprenderme día a día.
Llegó el día.
El caso es que he tenido mil ilusiones: imaginándome vestido con el mono, con el casco concentrado antes de comenzar un tramo, y ese momento llegó en el pasado Rallyesprint Badajoz-Olivenza, el cual jamás se borrará de mi mente. Cuando me monté en el coche para ir al tramo, iba comentando con Franci (mi copi), que por fin había llegado el día y que no me lo podía creer, y él me daba consejos intentando calmar nervios, controlar la juventud e inexperiencia. Pero realmente me sorprendió a mi mismo la tranquilidad que tenía (tal vez los nervios decidieron ocultarse, jejeje). Al llegar al inicio de tramo, ya concentrado y preparado para salir a la primera pasada, repasaba mentalmente las partes del tramo que recordaba, y le comentaba a Franci que sentía como si no fuera la primera vez, me sorprendía a mi mismo la serenidad con la que contaba. Quizás eso me hizo encarar el primer tramo de manera tranquila…”a verlas venir” y a probar el coche (lo cual no pude hacer antes de la carrera).
La verdad es que me sentía cómodo conmigo mismo y con las notas que habíamos hecho de una manera poco segura, ya que en tierra sólo dan una pasada para coger las notas, y preferimos tomarlas de manera en que me quedara más bien corto que largo…os podéis imaginar. Desde el primer metro me concentré al cien por cien y me dediqué a aprender y a divertirme, cosa que os aseguró conseguí. El Clio se movía mucho de atrás, incluso en algunos sitios intentaba adelantarnos el culo…y cuando llevábamos unos dos kilómetros tuvimos un “espantón” de los buenos, del cual gracias a Dios salimos airosos. Me creció mucho escuchar a Franci decir “¡muy bien, muy bien, seguimos!”, y así hasta en dos ocasiones en la primera pasada, la cual era imprescindible terminar.
Cuando pasamos por la pancarta de meta levanté el pie del acelerador y se paró el coche de golpe…se había ido el alternador o teníamos algún problema eléctrico y no arrancaba. Franci parecía darse por vencido por momentos, ya que insistimos mucho, pero yo no podía creer que el sueño durara tan poco, y cuando vimos aparecer a Oscar Gutiérrez le pedimos que nos empujara con su coche, pero el barro hacía que patinara y que no se pudiera hacer nada. Tiraron un poco para adelante e hizo acto de presencia en el final de tramo Lucas Álvarez, y los dos pilotos junto con sus copilotos no dudaron en bajarse para ayudarnos a empujar el coche, lo cual era harto complicado debido al barrizal que había…pero ¡al final conseguimos meterlo en la carretera y arrancarlo! Tuvimos que ir toda prisa para la asistencia, donde penalizamos por entrar un minuto tarde, pero lo importante era seguir. Mi padre estaba algo nervioso porque tardábamos en llegar, pero cuando nos vio sonrió y me preguntó que qué tal había ido todo. Por primera vez era él el que me preguntaba a mí y no al revés…
Paso a paso.
Salimos al segundo tramo y no nos preocupamos ni de comparar tiempos ni de nada, porque teníamos claro que íbamos a aprender y a acabar, el resultado final nos daba igual, y más con un coche bastante humilde, el cual nos había cedido TALLERES MOLANO con todo el desinterés del mundo, y a quienes le estaré siempre agradecido (a Juanma y Javi en especial, aunque toda la peña de Atojierro echó una mano durante los preparativos).
El segundo tramo fue en el que más me divertí, ya que estaba el terreno mucho mejor y pude tirarle un poco más, pero siempre por su sitio y sin complicarme la vida, la tierra es preciosa…al igual que sorprendente y traicionera…algunas cruzadas más deslizantes de la cuenta me avisaban del riesgo del tramo, y hacían que controlara mucho para no salirme de la carretera. Recuerdo en concreto una zona del tramo, que era un rasante en izquierda muy rápido, al que le seguía muy de cerca una derecha en segunda, el cual hicimos de manera espectacular, en este sitio en concreto fue muy divertido, venia el Clio bastante enganchado y al encarar el rasante en izquierda, se fue el culo llevándolo cruzado hasta la entrada a la derecha, en donde no perdimos ni lo más mínimo, porque tuve que apurarla hasta la boca…(se me pone la carne de gallina mientras lo recuerdo).
El caso es que cuando llegamos al segundo cruce vi a mis amigos y a mi novia casi dentro de la carretera, y aunque sabía que eran ellos ni los miré, porque estaba muy centrado en el tramo (cuento este detalle porque me parece que relata bien lo centrado y a gusto que iba corriendo). El tramo era muy bonito, con tres tipos de terreno, uno de ellos (al final de tramo) parecía hielo, y es donde más cuidado había que tener, ya que las lluvias estaban poniéndolo cada vez peor. Al llegar a la asistencia, igual, mi padre y Tomás Medina sonreían y me pedían impresiones. Veía a Tomás disfrutar como el que más, él es uno de los nuestros, y lo vive mucho.
Ha sido una de las personas que siempre ha confiado en mí, y estaba feliz porque sabía lo que significaba para mí. Al llegar a la salida del tercer tramo, diluviaba sobre la pista y se empañaban los cristales. Yo estaba un poco preocupado, porque tenía que acabar el rallye y sabía que el terreno no me lo iba a poner nada fácil. Imaginad como no estaría el coche de empañado que mientras el cronometrador me daba la salida, yo estaba intentando limpiar el cristal porque no veía…Salí bien, algo fuerte, viendo que no se deslizaba demasiado el coche, y que podía aguantar ese ritmo porque me encontraba seguro, aunque sin confiarme. Donde habían complicaciones simplemente no arriesgaba (ya que me acordé de Paco Palomo, el cual me dio en el Rallye de Villafranca muchos consejos), y donde me veía seguro le tiraba, pero el Clio se mojaba y empezaba a fallar…el “ratoneo” hacía que hasta en cuatro ocasiones tuviera que ir durante bastantes metros en primera…y al llegar a la última parte del tramo era alucinante, porque el coche no atendía a órdenes e iba por donde quería, ya que era un barrizal increíble…Intentaba ir fino, y sin revolucionar mucho el coche, ya que así avanzaba más en el barro…nos dimos un par de sustos pero nada grave, y tras solventarlos conseguimos encarar el final y llegar a la meta, la cual crucé sin creérmelo y pensé: “¡lo hemos conseguido!”. Franci y yo nos dimos la mano mientras mantenía el coche alto de vueltas para que no se parase ya que venía fallando.
Final inesperado.
En la vuelta a Badajoz vi a mi padre y a Tomás apartados en la cuneta con la furgoneta, esperando a que pasáramos, y pude apreciar la felicidad de los dos, la cual me sorprendió aún más cuando llegamos a Lusiberia, donde mi padre me dio un abrazo de los que no se olvidan y me dijo, “enhorabuena campeón, te lo mereces”. Al entrar en Lusiberia en el parque cerrado, se cumplió un sueño, un debut a pedir de boca, y orgulloso por haber terminado la carrera y por haber conseguido mantener el coche en la pista con un terreno impracticable con la inexperiencia con la que cuento.
Cuando llegó Gonzalo (de la FEXA) y me dijo que había acabo el quinto, sinceramente no me lo creí, y cuando vi la hoja de tiempos me quedé alucinado, ya que además habíamos hecho un cuarto scrach en el último tramo con todos los problemas eléctricos, pero el no haber hecho ningún trompo ni ninguna salida nos benefició muy mucho en la clasificación general, ya que muchos tuvieron por desgracia esa mala suerte.
En resumen, pienso que mejor no podría haber salido, para mí ha supuesto un debut soñado en toda regla, y aunque no haya nada que dedicar, yo lo hago a los Talleres Molano, a Tomás Medina y a mi padre, que son personas que han confiado en mi desde el primer momento. Y también como no felicitar a todos mis compañeros que terminaron la carrera porque fue realmente complicado. Para terminar, decir que después de cumplir un sueño, nace otro…y espero que este no sea más que el primer “desde dentro” que relate.